La acuicultura viene presentando una
rápida expansión, siendo el sector de producción de alimentos de más rápido
crecimiento en el mundo y más de la mitad de los alimentos acuáticos
destinados al consumo humano se cultivan, esto impulsado por el progreso
científico, las innovaciones tecnológicas y la inversión, en medio de una
demanda mundial en constante aumento de alimentos acuáticos. Sin embargo, como
ocurre con todos los sectores de producción de alimentos, este rápido
crecimiento ha puesto de manifiesto los desafíos a la sostenibilidad de la
acuicultura y ha suscitado inquietudes sobre los posibles impactos negativos.
Si bien el Peru tiene muchas
condiciones para el desarrollo de la acuicultura, como contar con tres
regiones: costa, sierra y selva, muchos recursos acuáticos, una variedad de
microclimas, entre otros, solo se ha tenido una produccion de 94 mil 758 TM en
el 2023, 32.8% menor al año anterior, manteniéndose desde hace muchos años con solo 4 especies como las más cultivadas:
Langostinos, Concha de abanico, Trucha y tilapia, incluso teniéndose recientemente
problemas en su cultivo con las 2 primeras, esto nos lleva a hacernos la
pregunta si nuestra acuicultura peruana podrá ser sostenible?
La DAS reconoce que la gobernanza y
la planificación forman la base de la acuicultura sostenible, promoviendo
principios como la responsabilidad, la equidad y la eficiencia. Una gobernanza
eficaz minimiza los riesgos tanto para la sociedad como para los acuicultores,
garantizando una asignación adecuada de los recursos y fomentando un entorno
seguro para la inversión. La acuicultura, que emplea y utiliza diversos
sistemas y especies, se beneficia de prácticas de gestión tradicionales e
innovadoras. La producción responsable, tanto mediante el uso de especies
alimentadas mediante piensos mejorados y con una adecuada gestión, esto mejora
la eficiencia en el uso de los recursos y reduce el impacto ambiental. Desafíos
como el acceso al agua, las emisiones de gases de efecto invernadero y la
contaminación requieren soluciones como el reciclaje del agua y la recuperación
de nutrientes. La gestión eficaz de la biodiversidad acuática y los recursos
genéticos es esencial para la salud de los ecosistemas, el bienestar humano y los
sistemas de producción eficientes.
Los productos de la acuicultura
deben integrarse en sistemas alimentarios sostenibles, circulares y sensibles a
la nutrición. La responsabilidad social, la equidad, la igualdad y los medios
de vida dignos son vitales para un sector sostenible, reconociendo el
importante papel de las mujeres, los jóvenes, los grupos vulnerables y
marginados, las comunidades indígenas y las minorías étnicas, los pequeños acuicultores
y las personas con discapacidad. Una cadena de valor competitiva, que incluya
la poscosecha, el procesamiento, la logística y el control de calidad, es
esencial para el desarrollo sostenible y la distribución equitativa de los
beneficios. El acceso a los mercados, facilitado por acuerdos y el cumplimiento
de normas, es crucial y requiere asociaciones público-privadas.
Servicios clave como extensión,
capacitación, financiación y acceso a tecnología apoyan la expansión y la
adopción, respaldados por la digitalización para mejorar la productividad y la
creación de redes para la transferencia de conocimientos. La implementación de
la DAS requiere acciones tanto de los Estados como de las partes interesadas.
La DAS se puede implementar designando una autoridad competente o un grupo de
trabajo para monitorear, evaluar e informar sobre la implementación de la DAS a
la autoridad pertinente. La implementación debe considerar la mejora de la
cooperación técnica, la creación de asociaciones, la asistencia financiera, el
desarrollo de capacidades institucionales, el intercambio de conocimientos y de
experiencias.
Sobre la base de estos principios,
la DAS proporciona recomendaciones concretas. Los Estados deben desarrollar e
implementar políticas y planificación, marcos legales e institucionales
efectivos, incluida la designación de áreas adecuadas para el desarrollo de la
acuicultura mediante el uso de herramientas de planificación espacial y la
integración de la acuicultura en las políticas públicas para el sistema
alimentario y el desarrollo económico. Los Estados deben gestionar los recursos
naturales y las empresas acuícolas de forma sostenible, considerar la
conservación de los ecosistemas, la adaptación y mitigación del cambio
climático y la resiliencia, e incluir la protección de la biodiversidad
acuática, la gestión de los recursos genéticos, la mejora de la sostenibilidad
del suministro de semillas y piensos para la acuicultura, el fortalecimiento de
la bioseguridad y la mejora del bienestar animal. Los Estados deberían mejorar
la responsabilidad social, el trabajo decente, el empleo juvenil y la igualdad
de género, incluido el empoderamiento de las mujeres, en la acuicultura. Los
Estados deberían establecer cadenas de valor de la acuicultura sostenibles, un
acceso a los mercados y un comercio transparentes y predecibles, y trabajar
para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos.
Urge entonces que nuestras
autoridades públicas recojan estas recomendaciones y se apliquen inmediatamente
si queremos llegar a contar con una acuicultura sostenible que siga proveyendo
alimentos sanos y nutritivos para la nuestra población, asi mismo a los
acuicultores les toca el trabajo de mejorar su organización ya sea a través de
asociaciones, mesas técnicas u otro que les permita recoger y debatir nuevos
conocimientos y ponerlas en práctica, en todo caso alcanzar recomendaciones a
las autoridades para su implementación en bien de una actividad con mucho
potencial, que sea sostenible y contribuya a la competitividad de los
acuicultores y del sector.
Fuente: Revista Pesca y Medio ambiente Nro. 143
https://www.calameo.com/read/0010377558ed22468896e