En un mundo donde casi el 30% de la humanidad sufre de
desnutrición, los alimentos de origen pesquero representan un componente
esencial de la canasta básica de alimentos para mejorar la alimentación, la
salud y el bienestar de toda la población.
No es por casualidad que los países con las mayores
expectativas de vida y la menor incidencia de obesidad y muerte por
enfermedades cardíacas, sean los principales consumidores mundiales de este
tipo de alimentos.
Ante esta realidad, y la caída progresiva de los niveles de
captura mundial en las principales pesquerías mundiales, se hace imperante la
potenciación de actividades alternativas, entre las que la acuicultura lidera
en potencialidad.
Está más que
demostrado, que el sector pesquero puede contribuir al suministro mundial de
alimentos de una manera importante y proporcionar una fuente significativa de
proteína de origen animal.
Basado en las
tendencias observadas en la producción y el consumo de esos productos, se proyecta
que el suministro total de biomasa pesquera alcanzará unos 186 millones de
toneladas para el año 2030, destacando las
actividades acuícolas como la principal herramienta para lograr ese aumento.
Dada la tecnología
alcanzada, demanda de los mercados y/o requerimientos alimentarios y
nutricionales, se espera que los mayores crecimientos de producción provengan
de actividades de cultivo de tilapia y camarones, mientras que la mayor
expansión en lo que a producción se refiere se espera se produzca en India,
América Latina y el Caribe y el sudeste asiático.
Así, la acuicultura
contribuirá a mermar el déficit alimentario mundial, particularmente de las
poblaciones más vulnerables y podría ayudar a recuperar la biomasa de las pesquerías
de captura, a través de prácticas de producción más eficiente y sostenibles
para actividades de repoblamiento ecológico.
Sin embargo, muchos
detractores de las prácticas acuícolas cuestionan estos fundamentos,
especialmente bajo la óptica que los denominados discursos azules omiten
aspectos tales como:
1-
Los
efectos de la acuicultura para el ecosistema marino
2-
El
nivel de disminución que muchas pesquerías de captura han alcanzado,
3- El
hecho de que muchos productos acuícolas no contribuyen a la alimentación de la
población más necesitada, y
4-
La
gran cantidad de biomasa pesquera utilizada para la fabricación de alimentos
requeridos para el cultivo de estas especies.
Así que, para muchos,
la denominada “transición azul” liderada por la acuicultura, no estaría
encaminada en la dirección correcta, por su potencial daño sobre los océanos,
las especies cultivadas, el origen de la materia prima para la fabricación del
alimento utilizado y/o el receptor final de la biomasa obtenida.
Sin embargo,
consideramos a todo esto como un conjunto de “verdades a medias”.
1.- Ante la potencial
hambruna a generarse ante la merma de la producción pesquera mundial, existen
sólidas evaluaciones que evidencian la total factibilidad de generar la biomasa
pesquera requerida mediante la utilización de una muy pequeña fracción de la
superficie oceánica total existente.
2.- Aunque es cierto
que el nivel de muchas pesquerías marinas de captura no puede ya ser revertido,
ninguna de estas mermas fue por causa de actividades acuícolas, no hacer nada
agravaría aún más la disponibilidad de biomasa pesquera.
3.- Si bien es cierto
no todos los productos acuícolas contribuyen a la alimentación de las
poblaciones más necesitada, la gran mayoría de las especies sometidas
actualmente a cultivo, se encuentran destinadas a estos mercados, y en muchas
regiones del planeta no se produce más, solo por la falta de programas
gubernamentales dirigidos a tal fin.
4.- La generación de
biomasa acuícola de alto valor como los salmones y camarones, no le resta
mérito a la actividad, y están dirigidos a mercados que no compiten entre sí.
5.- La producción de
harinas y aceites de pescado a partir de especies forrajeras ha venido
disminuyendo constantemente en los últimos años, y aunque la proporción de
estos ingredientes dentro de los alimentos destinados a prácticas acuícolas ha
demostrando una tendencia a la baja, la selección de las especies a cultivar
coadyuvará en mantener o acentuar esta tendencia.
En relación con la
última aseveración, la gráfica que acompaña a este artículo, (Tacon &
Metian, 2015), ofrece una referencia de los requerimientos estimados de aceites
y harinas de pescados (franja azul) para los principales grupos de especies
sometidos a cultivo en la actualidad.
Ante todo, ello, se
hace evidente que para que el sector acuícola mantenga su tasa de crecimiento,
el suministro de nutrientes e insumos alimenticios tendrá que crecer a un ritmo
similar, tratando que la producción de ingredientes acuáticos permanezca prácticamente
estática.
Ante esta realidad,
cuatro escenarios nos atrevemos a pronosticar:
*Aumento del número de
especies sometidas a cultivo.
*Aumento del cultivo de
especies de bajos requerimientos de aceite y harinas de origen pesquero.
*Prácticas de cultivo
con especies de alta rusticidad para la generación de aceites y harinas de
pescado.
*Aumento de programas
gubernamentales -económicamente viables- tendentes a generar biomasa pesquera
para las poblaciones de bajos recursos con especies de bajos requerimientos
nutricionales.
Para varios paises de Latinoamerica,
nuevamente las tilapias, representan una de las especies con potencial para su
desarrollo acuícola con menos dependencia a utilizar aceites y harinas de
origen pesquero para satisfacer sus requerimientos alimentarios, y tan solo un
2% de sus requerimientos nutricionales, corresponden a productos de origen
pesquero.
Su elevado potencial de
producción, la posibilidad de ser cultivada prácticamente a todo lo largo y
ancho de la geografía nacional, el dominio de las tecnologías requeridas, su
aceptación en los mercados, su bajo precio en comparación con otras especies cultivadas
en la actualidad, y la posibilidad de formularle alimentos a partir de productos vegetales y desechos
animales provenientes de otras práctica acuícola nacionales (camarones), la
posicionan cada día más como la especie con mayor potencial para la generación de alimentos de
origen pesquero de elevado valor nutricional para el país.
Prohibir u obstaculizar
su cultivo, no hará más que correr la arruga. La implementación de una adecuada
normativa, buenas prácticas de producción acuícola (BPPA), implementación de
modelos de producción económicamente viables probados y evaluados, y el uso de
los espacios en los que se minimiza las posibilidades de escape a los cuerpos
de agua naturales, es totalmente factible
Fuente: https://mundoagropecuario.com/
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