Si alguien pensaba que iniciar un proyecto productivo es un asunto que sólo depende de sus decisiones y por lo tanto, sólo le incumbe a usted, la noticia es que el mundo cambió.
En la actualidad vivimos en un mundo cada vez más incierto y exigente, hoy más que nunca, el progreso de los diversos actores de la sociedad depende de las oportunidades que identifiquen para trabajar con otros, crear sinergias y poder enfrentar riesgos para contribuir a que nuestro entorno sea un lugar cada vez más propicio para crecer.
Las empresas sea cual fuere su tamaño y lugar en que se encuentren no son una excepción a esto.
Las empresas no sólo están en el mercado para entregar bienes o servicios y contribuir a la creación de riqueza. También son parte de una sociedad y, ahora, para alcanzar el éxito a largo plazo deben no sólo cumplir con sus legítimos objetivos económicos si no, al mismo tiempo, buscar que su negocio avance a la par con el desarrollo de los grupos que les permiten crecer y del medio ambiente
El primer antecedente histórico que se aproxima al concepto de Responsabilidad Social proviene desde tiempos prehispánicos, en los cuales el principio de Reciprocidad Andina practicado por los antiguos peruanos, tenía como fin promover el espíritu asociativo y de colaboración. Este sistema organizativo permitió que tanto la producción como la distribución se articulen, sobre la base de los lazos de parentesco entre las comunidades de familias pertenecientes a la sociedad andina.
En los últimos años, la actividad minera, impulsada por los altos precios internacionales, se ha convertido en uno de los sectores de mayor crecimiento en el país. Así, hoy encontramos operaciones mineras en veintiún de las veintiséis regiones. Este incremento de la actividad minera ocurre, en nuestro país, en un entorno social dinámico y no exento de dificultades.
En este contexto, se presentan diversos escenarios que representan un reto para los distintos actores involucrados. Así, encontramos empresas con una comprensión limitada de la realidad social del medio en el que operan, o comunidades que tienen poco o ningún conocimiento sobre los procesos que involucra la actividad minera. Cuando una empresa minera llega a una zona, es a menudo vista como extraña y potencial generadora de impactos negativos y conflictos. Es usual que esta respuesta esté condicionada por experiencias previas de los pobladores de la zona con operaciones mineras que se realizaron sin consideraciones por el cuidado ambiental o social.
Otro escenario frecuente es aquel donde las comunidades perciben a las empresas como la solución a sus problemas de desarrollo. Este exceso de expectativas genera presiones sobre la empresa que pueden afectar una adecuada gestión social. El Estado, por su parte, no se involucra lo suficiente o es un agente ausente. La falta de un rol activo del Estado como regulador, fiscalizador y mediador incrementa las posibilidades de conflicto. Los proyectos mineros pueden entonces volverse “campos de batalla” para los distintos grupos de interés, algunos con reivindicaciones legítimas y otros con agendas propias.
En este contexto cambiante y complejo, el comportamiento de las compañías está bajo constante escrutinio público. Hay mucho interés acerca de cómo actúan, cómo deberían actuar y qué se puede hacer para lograr un mejor desempeño social.
La Acuicultura como actividad para RSE.
Según un informe elaborado por la FAO, la aportación de la acuicultura a las capturas totales de pescado en todo el mundo sigue aumentando, con un crecimiento sostenido anual de más de 8,9 % en comparación con otras actividades como la pesca 1.2 % y las carnes 2,8 %. Buena parte de la producción mundial procede de productores en pequeña escala de los países en vías de desarrollo y de los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos.
En las dos próximas décadas, la acuicultura será de importancia capital en los abastecimientos mundiales de pescado y contribuye significativamente a la seguridad alimentaría, a la mitigación de la pobreza y al bienestar social de muchas comunidades y países.
La acuicultura puede mejorar la sustentabilidad de los predios, permitiendo que las familias y las comunidades manejen sus recursos naturales en forma eficiente.
La acuicultura es una actividad que se puede integrar a otras actividades como la agrícola, ganadería, forestal, crianza de animales, turismo ecológico, producción de productos ecológicos y orgánicos contribuyendo con la preservación del medio ambiente.
Los sistemas integrados que incluyen la acuicultura semi-intensiva son menos riesgosos debido a su eficiencia derivada de los sinergismos entre los rubros productivos, su diversidad de productos y su mayor seguridad para el medio ambiente. Basándose en estos sistemas son una alternativa para beneficiar a los pequeños productores de comunidades en vías de desarrollo.
El Peru posee muchas características para el desarrollo de la acuicultura como condiciones climáticas Favorables (+ 21 microclimas), Innumerables extensiones de espejo de agua. (+12,000), posición geoestratégica a nivel de América, facilidades comerciales TLC, APEC y otros, proveedores de harina de pescado de altísima calidad a bajo precio y sobre todo la existencia de profesionales capacitados y con amplia experiencia.
Si bien no obstante haber alcanzado un aceptable desarrollo, las PYMES acuicolas, en particular las de algunas ramas de producción no han alcanzado el nivel competitivo que les permita desarrollarse con prosperidad económica y enriquecimiento, debido a la falta de programas que motiven y fomenten el desarrollo de PyMES que se dedique a la producción y exportación de productos acuicolas. Lo cual significa afrontar un conjunto de barreras de entrada impuestas por el mercado como la innovación tecnológica, la revolución informática y otros factores externos no controlables, que son abrumadores si las PYMES se enfrentan solas, excluyendo las alianzas estratégicas y el Desarrollo inclusivo.
Los productos de acuicultura de la Sierra y Selva tienen un gran potencial dentro del Mercado Externo, así mismo recalca la necesidad de darle valor agregado y lograr la certificación orgánica para poder acceder al mercado Europeo.
Entre las especies cultivadas para exportación tenemos a la trucha, pejerrey de agua dulce y el Paiche, existiendo otras especies promisorias como la Tilapia, Bagre y Gamitada.
Es en esta etapa en que las Empresas Mineras y otras pueden ingresar a apoyar a manera de Responsabilidad Social el desarrollo y crecimiento de los pequeños acuicultores ayudándolos con la elaboración e implementación de estrategias integrales de apertura comercial que busque convertir a las PyMES del sector Pesca y Acuicultura en un sector exportador, que sirva de base para la generación del desarrollo sustentable que permita el desarrollo de su competitividad.
muy buen articulo, es posible alguno de sus artículos pegarlos en el blog de acuicultura en Colombia, gusto en saludarte
ResponderEliminarLa informacion de este blog se comparte con todos los interezados, siempre en cuando se cite la autoria... saludos...
ResponderEliminar👍👍👍👍👍👍👍👍👏👏👏👏👏👏👏👏 grasias por la informacion muy inportante
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