El pescado: la nueva herramienta del poder político y económico mundial
El petróleo
está vinculado a entre el 25% y el 50% de todos los conflictos interestatales
en el mundo desde 1973. ¿Podría pasar lo mismo con la pesca en un futuro no
demasiado lejano?
¿Un tiempo pasado o presente? Aunque podamos creer que hemos superado como
especie esta suerte de disputas, algunos expertos alertan de que la competición
por los recursos naturales básicos -y, en concreto, la pesca- está siendo
minusvalorada. Incluso desde el Foro Económico Mundial creen que la pesca es un potencial foco de
conflictos, comparable tan solo con el que ha suscitado históricamente el
petróleo en regiones como Oriente Medio o
Latinoamérica. Recordemos que la dependencia global y la necesidad de
asegurar los suministros de este combustible han llevado a muchos países a la
guerra: desde 1973, el petróleo está
vinculado a entre el 25% y el 50% de todos los conflictos interestatales en el
mundo.
Una de las causas que más
preocupan a los analistas internacionales es la excesiva concentración del
suministro de pescado. Trazando de nuevo el paralelismo con la industria del
crudo, la mitad de la producción
de petróleo en 2017 provino de solo cinco países mientras que
la mitad de las reservas recuperables están en Oriente Medio. En el caso de la
pesca, aproximadamente el 60% del atún del
mundo se captura en una única región geográfica, el Océano Pacífico occidental
y central. Como tal, el Pacífico podría ser el Oriente Medio del
atún, donde las naciones hambrientas compitan por el valioso recurso. Además,
este conflicto sobre los peces ya se puede vislumbrar en otras zonas como en el
sur y noreste de Asia, América Central y del Sur, así como en aguas africanas.
Por otro
lado, el pescado podría usarse como arma de
negociación geopolítica. De nuevo, el ejemplo lo encontramos en la
industria energética: desde los embargos petroleros árabes en la década de 1970
hasta los subsidios rusos para mantener en el poder al presidente ucraniano
Kuchma o la interrupción del suministro a este mismo país cuando el poder lo
ostentaba el presidente Yushchenko, de un perfil más prooccidental.
En un nuevo
episodio de esta eterna batalla, la
concentración de atún en el Pacífico ha hecho que la soberanía de esas
aguas y el acceso a esos peces sea extremadamente valiosa. Con 22
pequeños estados insulares y territorios dentro de la región del Pacífico
occidental y central, la sobrepesca y las disputas sobre el acceso y los
derechos de pesca son comunes. Por ello, el control político de la Comisión de
Pesca del Pacífico Central y Occidental (WCPFC, que se creó a través de un
acuerdo internacional para gestionar este asunto en la zona) es clave y la
equidad entre los miembros se ha convertido en una preocupación constante.
China, miembro de la WCPFC y el país con más demanda de alimentos del
planeta, utiliza su flota pesquera como un tercer brazo de su armada, según
el Departamento de Defensa norteamericano. Al enviar su flota pesquera a aguas
disputadas, como las del Mar de Sur de China, el
gigante asiático puede utilizar esos buques como una excusa para desplegar sus
cortadores de la Guardia Costera y defender así a los barcos de pesca
“indefensos”. China ha amenazado con la guerra si cualquier otra
nación, incluido Estados Unidos, intenta excluirlos de las aguas circundantes y
no es difícil pensar que la estrategia china de afianzarse en el mar con su
flota pesquera se implementará en otras regiones pesqueras ricas, como el
Pacífico.
Recurso limitado y valioso
Aunque se prevé que la
oferta mundial de reservas probadas de petróleo satisfaga la demanda mundial
hasta mediados de este siglo, el petróleo es un recurso fósil finito que no
puede reabastecerse, lo que hace improbable que nuestra dependencia del petróleo
pueda mantenerse a largo plazo. Del mismo modo, si
bien el pescado es técnicamente un recurso renovable, su futuro es precario. Casi el 90% de las poblaciones
de peces del mundo están completamente explotadas o sobreexplotadas,
y algunos científicos estiman que en 30 años puede haber poco o ningún marisco
disponible.
En ese
sentido, se espera que la producción
pesquera, en gran medida impulsada por la acuicultura, aumente un 17% para
2025, pero no se mantendrá al ritmo de la demanda, que se prevé que aumente en
un 21%. Al mismo tiempo, fuerzas externas como el cambio climático
están presionando la pesca a escala mundial.
Por otro
lado, hemos de recordar que el
petróleo es el producto básico más comercializado en el mundo y su principal
combustible, que suministra el 33% de toda nuestra energía. Los
productos petroquímicos están por todas partes, desde lápices labiales hasta
productos electrónicos y aspirinas; así como los subproductos del petróleo se
utilizan en la producción de plásticos, lubricantes, ceras, pesticidas y
fertilizantes. De manera similar, mil
millones de personas dependen actualmente del pescado para satisfacer sus
necesidades nutricionales, y este número crecerá al mismo ritmo que lo
hace la población, especialmente en los países en vías de desarrollo.
No en vano, el pescado es el producto alimenticio
más comercializado en el mundo. Pero, además de los
aproximadamente 100 millones de toneladas que se consumen para la alimentación
cada año, los peces también proporcionan aceite de pescado,
pegamento, alimento para animales y fertilizantes, y desempeñan un papel cada
vez más importante en la investigación biomédica. Incluso
sin contar la acuicultura, la pesca marina genera aproximadamente 260 millones
de empleos en todo el mundo. Si el sector colapsa debido a
prácticas pesqueras insostenibles e ilegales, tendrá consecuencias calamitosas
para las sociedades de todo el mundo.
El riesgo de los furtivos
El mercado pesquero mueve cada año unos 150.000 millones de dólares en
ventas. Pero la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada tiene un valor de
hasta 36.000 millones más cada ejercicio, o lo que es lo mismo: aproximadamente
el 25% del mercado legal.
Al igual que
el petróleo, las organizaciones criminales transnacionales explotan a los peces
para financiar sus otras actividades: los
cárteles de la droga mexicanos, por ejemplo, diversifican sus ingresos
traficando con los peces totoaba, cuyas vejigas natatorias se venden a 20.000
el kilo.
*Este texto es
una traducción interpretada del análisis realizado por el Wilson Center para el
Foro Económico Mundial, cuyo original puede consultarse aquí.
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