miércoles, 15 de abril de 2020

La acuicultura en el escenario de la COVID-19: menos ventas, más costes, más desembolsos y más riesgos


FAO ha analizado como está afectando la pandemia de COVID-19 a la pesca, a la acuicultura y a la cadena de suministro.

Con el propósito de ver cómo está afectando ya la pandemia de COVID-19  a los sistemas alimentarios, y más concretamente a la pesca y la acuicultura, FAO ha estado analizando la situación a nivel global y acaba de publicar un primer y breve informe sobre estas cuestiones. Una valoración de la situación, a la que también propone recomendaciones de actuación para poder hacerle frente.

Y es que la pandemia de COVID -19, tal como constata FAO, ha desencadenado una crisis de salud pública seguida de una crisis económica en curso debido a las medidas que los distintos países han acometido para contener la expansión de la infección, como el confinamiento en el hogar, la prohibición de viajar o el cierre de negocios, entre otras muchas. A pesar de que las empresas minoristas de alimentos, como supermercados, tiendas de comestibles o locales/restaurantes de comida para llevar se consideran esenciales y siguen siendo operativas, advierte que “las medidas tomadas para contener el brote de COVID-19 han creado un entorno en el que los alimentos podrían llegar a ser más difíciles de conseguir”.

El sector pesquero y acuícola, a entender de FAO, y según el análisis que ha realizado, está sujeto a los impactos indirectos de la pandemia a través de las demandas cambiantes de los consumidores, el acceso al mercado o los problemas logísticos relacionados con el transporte y las restricciones fronterizas. Esto a su vez, añade, “podría tener un efecto perjudicial en los medios de vida de los pescadores y acuicultores, así como en la seguridad alimentaria y la nutrición de las poblaciones que dependen en gran medida del pescado para obtener proteínas animales y micronutrientes esenciales”.

NECESIDAD DE PROTEGER CADA ESLABÓN DE LA CADENA DE SUMINISTRO

Tal como recuerda FAO, la gama de actividades necesarias para suministrar productos pesqueros al consumidor final es amplia y compleja. A nivel de producción hay actividades más avanzadas tecnológicamente, o más industriales; y menos, como las actividades artesanales. Por lo que respecta a las cadenas de valor, estas incluyen mercados locales, regionales o globales. En cualquier caso, añade, las actividades clave en una cadena de suministro de la pesca o la acuicultura son la actividad productiva, el procesado, el transporte y la comercialización mayorista y minorista. Cada eslabón de la cadena, subraya, “es susceptible de ser interrumpido o detenido por los impactos derivados de COVID-19. Si uno de estos vínculos productor-comprador-vendedor se rompe por la enfermedad o las medidas de contención, el resultado será una cadena de interrupciones en cascada que afectará de lleno la economía del sector”. El resultado deseado, el consumo humano de pescado y productos pesqueros, solo se puede lograr, advierte, “protegiendo estos vínculos productor-comprador-vendedor y cada etapa de la cadena de suministro”. Por lo tanto, y de ahí, concluye, “es esencial que cada etapa de la cadena alimentaria de la pesca y la acuicultura reciba toda la protección posible”.

FAO analiza en su documento, que se puede descargar aquí, la actividad de la pesca que se ha visto afectada en términos de reducción de actividad o  incluso paralización a causa de la caída de demanda y precios, a lo que se añaden las dificultades de aplicación de las medidas sanitarias y de seguridad, falta de liquidez, falta de tripulaciones, etc. Una situación difícil para la que proponen medidas con vistas a proteger la producción y los ingresos. Algo similar hace también con la industria de procesado, los mercados y  el comercio,  destacando los problemas a los que se enfrentan y cómo estos se están adaptando a la situación aplicando incluso  nuevas y prometedoras prácticas; y para los que también propone medidas de apoyo. Hace también referencia FAO a los condiciones de trabajo a lo largo de la cadena de valor y cómo se  puede proteger a los más vulnerables.

ACUICULTURA: CAÍDAS EN LAS VENTAS, GESTIÓN DE STOCKS E INCERTIDUMBRE

Con respecto a acuicultura, señala FAO que los impactos de la COVID-19 sobre la producción son variados y que las incertidumbres de cara al futuro son importantes. FAO reconoce las especificaciones de la actividad y que ante una situación de interrupción del mercado, “los acuicultores que no pueden vender su producción deben mantener una gran cantidad de peces vivos que necesitan seguir siendo alimentados y por un período indeterminado. Algo que supone un incremento de costes, gastos y riesgos”.

Según la información de la que dispone FAO a día de hoy, señala, por ejemplo, que algunas especies cultivadas para la exportación, como es el caso del panga, se han visto altamente afectadas por el cierre de los mercados internacionales (China y UE fundamentalmente). La acuicultura de moluscos bivalvos, como es el caso de las ostras, también se está viendo afectada principalmente por el cierre de sus principales destinos, vinculados al turismo, hoteles y restaurantes; y mercados minoristas (por ejemplo en la Unión Europea). Además, una amplia gama de restricciones por parte de diferentes países sobre los movimientos de carga, aeroportuarias, etc.,  podría llevar parejo una dificultad añadida a la hora de hacerse con alevines o semillas necesarias que, a su vez, podría llevar a una fuerte disminución en la producción. La capacidad de producción acuícola también puede verse afectada por la dificultad para obtener insumos, como piensos, o también a la hora de encontrar mano de obra debido a bloqueos, señala FAO; quien añade que la acuicultura de pequeña escala, podría verse beneficiada ante una menor competencia como consecuencia de una reducción de las importaciones.

FAO también incluye recomendaciones para mantener las explotaciones en funcionamiento. Entre ellas, permitir que la acuicultura, como en el caso de la agricultura, pueda disfrutar de préstamos sectoriales prioritarios o seguros, así como reducciones en tarifas de energía u otros gravámenes; permitir el acceso de los acuicultores a programas de crédito con tipos de interés reducidos, préstamos con amortización flexible así como opciones para la reestructuración de préstamos y plazos de reembolso;  ofrecer programas para cubrir la producción y las pérdidas de ingresos para mantener las cadenas nacionales de suministro de productos del mar y para asegurar la continuidad de las operaciones; condonación de préstamos para mantener nóminas y préstamos a bajo interés para refinanciar deuda existente; suspensión de ciertas obligaciones financieras; o tratar de reducir  la producción donde hay una caída en el demanda o un limitado acceso al mercado, especialmente si las exportaciones siguen siendo lentas y se ha perdido mano de obra.



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